Las heridas del alma, nos marcan de por vida.
Existen 5 heridas de la infancia: abandono, rechazo, traición, humillación e injusticia. Todas ellas, se programan en el niñ@ en los primeros años de vida.
En función de la herida que quede arraigada el niñ@, éste mostrará una máscara con la que la herida se identificará. ¿ para qué sirve la máscara de la herida? La máscara protegerá al niño cuando vuelva a vivir experiencias similares a la experiencia donde se programó la herida en su subconsciente.
Vamos a hablar de ejemplos. La herida de abandono, una de mis favoritas porque es una de las mías, tiene la máscara del «dependiente emocional», yo era una aditcta a la dependencia emocional, me chutaba con el mismo patrón una y otra vez, mi papel de víctima era cada vez mas grande, y por tanto, me aportaba mayor sufrimiento. El incosciente interpreta «si me pego como una lapa, lo complazco en todo, no le llevo la contraria, no me atrevo a ser yo mism@ por si no le gusta, no se irá nunca» Una persona dependiente emocional, siente tanto miedo a la soledad, a que lo abandonen, que hace lo que sea necesario, al precio que sea, con tal de «no revivir» tanto dolor.
¿Cómo sané mis heridas de la infancia? Pues mira, no te voy a contar que fuera fácil, pero si te contaré que valió la alegría. Mi proceso de autoindagación y sanación, llegó de la mano de la biodescodificación y mas tarde , la guinda del pastel, la puso la psicología sistémica transpersonal (Constelaciones familiares) que me ayudó a tomar conciencia, a sacar a la luz, las dinámicas familiares que yo estaba repitiendo en mis relaciones de pareja. Mediante terapia integrativa sostenida en el tiempo, transformé todos esos traumas, en fuerza motora para trascenderlas y liberarlas.